El esfuerzo por aprender los pasos de baile ayuda a una mejor agilidad de movimientos y al fortalecimiento de músculos y la danza relaja y libera tensiones.
Ofrece un efecto benéfico para la reducción del estrés, la depresión y la ansiedad, permitiendo un mayor equilibrio emocional. Colabora con la expresión de las emociones, canalización de la energía y claridad mental.
La danza estimula la producción de endorfinas (hormonas que combaten el estrés). El contacto físico y el afecto han sido, desde tiempos inmemorables, la forma más rápida de mejorar el estado de ánimo. En el acto de abrazar se activa en el cerebro la liberación de serotonina y dopamina, lo que promueve una sensación de armonía, bienestar y tranquilidad casi inmediata.
Si hay algo importante a la hora de bailar tango es la postura. Obliga a corregir vicios posturales, devolviendo la columna a una posición correcta que mejora lesiones y previene dolores dorsales y lumbares. Encontrar el equilibrio entre la pareja y desarrollar figuras, desplazamientos y portes sin riesgo de caídas nos ayuda a fortalecer los abdominales y aumenta la resistencia y fuerza de todo el aparato musculo-esquelético.
Para bailar tango es importante tener conciencia corporal y un estado de sensibilidad y entrega con el otro. Naturalmente se entra en conexión con el cuerpo y con el espacio. Cuando aprendemos rutinas de baile, mejoramos nuestra memoria y la habilidad de realizar varias tareas al mismo tiempo.
Una clase consta de:
Estiramiento al comenzar y finalizar
Entrada en calor con caminatas, ejercicios para posturas y conocimiento del eje y equilibro del cuerpo.
Pasos y secuencias de movimiento para la práctica de esta danza.
No se necesita conocimiento previo, solamente ganas de bailar y disfrutar del arte.