No hace falta conocer el peligro para tener miedo; de hecho, los peligros desconocidos son los que inspiran más temor. (Alejandro Dumas - 1802-1870)
Los seres humanos vivimos naturalmente en sociedades y, hoy, nos vemos afectados mundialmente por la irrupción de un virus que nos obliga a un aislamiento social preventivo. Este análisis advierte que nos encontramos ante dos tipos de riesgos: por un lado, el de exponernos a un probable contagio físico de la enfermedad que este virus provoca y, por el otro, la posibilidad de adquirir una enfermedad de carácter emocional y/o mental, o quizás agravar, alguna preexistente.
Caminar y tener que hacerlo a dos metros de distancia de otra persona, lavarnos las manos reiteradamente, permanecer más tiempo de lo habitual en casa o estar más atentos a la limpieza y desinfección del hogar, son ejemplos de nuevas conductas cotidianas que debemos aprender de manera consciente para cumplir con la cuarentena obligatoria. Y, al mismo tiempo, debemos continuar con nuestras vidas adaptándonos a restricciones sociales y emocionales que incluyen, por ejemplo, no poder besar, acariciar o tocar a alguien.
Esta situación de crisis social ha reflejado un incremento considerable en el número de consultas que reciben los centros de atención especializados en distintos tipos de trastornos de la salud. Además, se considera que alrededor de un 20 % de pacientes que ya se encontraban en tratamiento considerados “en situación de cura”, sufrieron una recaída.
Los trastornos generalizados que aparecen con mayor número de consultas ante esta pandemia son el estrés, la angustia, las fobias, el pánico y la ansiedad. Ante estas enfermedades, las preocupaciones que presentan la mayoría de las consultas y que más perturban al conjunto de la sociedad son:
Algunas de las respuestas que se observan en estas personas incluyen:
Es importante recordar, que estamos TODOS ante una crisis socio-sanitaria-económica y que, de alguna manera, en TODOS dejará sus huellas.