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Trabajo en tiempos de pandemia

Por Carlos Salvo

Hace algunos días, en un periódico leíamos: “El 2020 va a ser recordado como el año que cambió la forma de trabajar, estudiar, comprar, vender e invertir en el mundo”; afirmación que tiene como fundamento la pandemia generada por el COVID-19, o coronavirus, como se denomina generalmente. Lamentablemente vivimos un presente complicado, que va mutando a una velocidad nunca vista a escenarios que, tal vez, solamente se imaginaron algunos visionarios como Julio Verne, y que tanto tememos como sociedad: escuelas desiertas, oficinas de trabajo vacías y empresas que se derrumban económicamente.

El mundo hoy es otro, de eso no hay dudas. Las reglas con las que veníamos conviviendo han cambiado tal vez para siempre y tendremos que acostumbrarnos a nuevas formas de ejercer nuestras cotidianas actividades… y a una velocidad nunca vista. Adaptarse al cambio resultará fundamental.

Una definición clásica de inteligencia dice que “es la capacidad de adaptarse rápidamente y con éxito a situaciones nuevas”. Si actuamos como “seres inteligentes”, no caben dudas que podremos cumplir con esa premisa para asegurarnos un futuro que por ahora tiene varios signos de interrogación. Es decir, tendremos que adaptarnos con rapidez a estos profundos cambios sociales.

El trabajo, en todas sus expresiones conocidas, se transforma rápidamente hacia modalidades que tienen en el uso de la tecnología y los instrumentos electrónicos el principal aliado. Si Internet hasta ahora fue un elemento casi imprescindible, desde ahora será esencial. El mundo del trabajo y la forma de ejercer esta actividad básica para acceder a recursos que permiten la sostenibilidad de una familia, de una comunidad y de un país, es y será cada vez más “tecnológico”. Lo presencial ya no resulta fundamental, sí los conocimientos para la correcta utilización de los medios electrónicos disponibles.

Este nuevo escenario, muy complicado, está generando en las comunidades una crisis a todos los niveles: sanitaria en primer lugar, pero también económica, emocional, de relaciones humanas y con expresiones claras de una conmoción evidente alentada por el pánico que el flagelo provoca. Trabajar desde la tranquilidad del hogar también apareja nuevos riesgos, como saber manejar la convivencia más intensa con la familia sin entrar en conflictos personales.   

Este nuevo escenario complicado en toda la Argentina, la región y el mundo, lo es también en un escenario binacional como lo es la región de Salto Grande, donde funciona la Sede Entre Ríos de la YMCA, donde los más afectados muchas veces conviven en dos ciudades, se trasladan todos los días de una orilla a la otra para desarrollar diversas actividades, utilizando tanto medios propios como los escasos servicios de transporte público existentes. Trabajadores, emprendedores, informales, estudiantes, profesionales de diversas especialidades, ven cómo el virus impacta en sus vidas y afecta su futuro. Pero no todos se ven impactados con la misma intensidad: un albañil no puede seguir con su tarea por Internet, es decir mediante home office; tampoco una persona que se desempeña como empleada doméstica, ni los informales que se generan el sustento diario adquiriendo unos pocos productos en una orilla y vendiéndolos en la otra con un margen de ganancia que les permite sobrevivir. Y así, los “cuidacoches”, los que vocean los diarios en la calle, los que realizan malabares en los semáforos, etc. Si no ponen el cuerpo en forma directa, no generan y si no generan no comen.

Más que nunca el trabajo se orienta al “home office”, pero no todos los trabajadores están preparados para esta modalidad. Los estudiantes son quienes se adaptan más rápidamente a esta situación, y la tecnología les permite seguir avanzando. Los periodistas de opinión y análisis hace mucho tiempo que trabajan así, (desde el mismo momento en que los grandes medios de comunicación decidieron suplantar los espacios destinados al trabajo de los periodistas en forma presencial (“Redacciones”) por sistemas basados en el uso intensivo de medios electrónicos. Ahora bien, hay otras actividades que tendrán que reinventarse en la manera de llevarse a cabo: comercios, bares, supermercados, peluquerías, sistemas de transporte, banca, telefónicas, etc. , ya no serán lo que conocimos. Tenemos por delante un largo proceso en el cual tendremos que comprometernos y desarrollar toda nuestra inteligencia, esa de “adaptación rápida y exitosa” para alcanzar un nuevo modelo societario que nos permita vivir en plenitud.

Ese es el desafío que tenemos por delante!

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