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Pandemia y “homeschooling”

Por Gabriela Modroff

Pandemia y “homeschooling”: ¿Es el Estado el responsable de la Educación?

Tomando en cuenta la Modernidad como Proyecto Pedagógico es interesante ver como la Pandemia dejó al descubierto de una forma en la que nunca hubiéramos imaginado una de las cuestiones presentadas por los autores Humboldt, Locke, Mill y Spencer en cuanto a la no intervención del Estado en lo que a Educación se refiere. La pandemia obligó a todos los niveles educativos a cerrar sus puertas para pasar a la virtualidad, y con este fenómeno, comenzó a sonar con más fuerza lo que ya hace algunos años se viene dando en muchos países del mundo y también aquí en la Argentina, la educación en casa o el llamado “homeschooling”.  Si bien, se produjo de manera obligada en estos últimos meses y con el acompañamiento del Estado a través de diferentes cursos de acción para lograr la “continuidad pedagógica”, muchos padres se vieron agobiados por esta nueva tarea de acompañar a sus hijos mucho más de lo que solían hacerlo previamente en las tareas escolares. Otros padres, sin embargo, vieron con agrado la posibilidad que hace tiempo habían estado contemplando ya que el Sistema Educativo tradicional no cubría sus expectativas en cuanto a lo que ellos entendían la escuela les debía brindar. Para estos padres, las ideas de Humboldt, Locke y Mill en cuanto a la responsabilidad que le corresponde a los padres en lo que respecta a la Educación de sus hijos les da un nuevo sentido y fundamento para ya no confiar en el rol del Estado en la Educación de sus hijos.

En la Modernidad se le asignó a la Educación la tarea de desarrollar un proceso de socialización de las nuevas generaciones para su adapta­ción, conformidad y sujeción a un conjunto de legados culturales y normativos. Expresa Geneyro (2007), sobre Durkheim: “Es clásica la definición que hace de la educación, mediante la cual las generaciones adultas trasmiten a las jóvenes los legados morales, cognitivos, culturales que les permitan constituirse como individuos y ciudadanos. La educación como socialización reconoce la necesidad de una primera ‘educación homogénea’” La misma debe estar en manos del “Estado ético-educador” y asimismo “el maestro es quien debe ser testimonio de la moral social y cívica”. (Geneyro, 2007, p.264).  Con el devenir de los hechos, muchos padres tuvieron que tomar el papel de maestros muy a su pesar, ya que en especial los niños en nivel primario necesitaron de sus padres para llevar a cabo las tareas que les eran solicitadas por sus maestros desde la distancia. La mayoría de los padres se sintieron abrumados ya que alegaban que no tenían las herramientas necesarias para oficiar de maestros para con sus propios hijos. La situación actual de confinamiento no es, en este sentido, una experiencia de escolarización en casa comparable con el movimiento del homeschooling. Por un lado, “las familias no han elegido escolarizar a sus hijos e hijas en casa, como tampoco los adultos han elegido teletrabajar o permanecer confinados; además, estamos hablando de una experiencia acotada en el tiempo hasta el momento que logremos vencer al virus, lo cual esperemos que ocurra pronto por el bien de todos. Por otro lado, en esta situación que estamos viviendo el currículo no lo determinan las familias, sino que estas son mediadoras de un currículo que proviene del contexto escolar: en la situación actual, los docentes siguen siendo los responsables últimos del aprendizaje de los estudiantes. Así pues, estamos en una situación de escolarización en casa, pero con claras y fundamentales diferencias respecto al homeschooling.” (Trujillo, 2020) Sin embargo, la pregunta que surge en este momento es evidente: ¿podemos aprender algo del homeschooling que sirva para garantizar no solo la calidad sino la sustentabilidad de la escolarización en casa mientras dure el confinamiento? ¿Qué reflexiones puedo hacer con respecto al derecho de los padres a elegir el tipo de educación que desean darles a sus hijos sin la intervención del Estado? ¿Abrirá la pandemia la posibilidad de elegir el “homeschooling” como una alternativa más para aquellos padres que tienen temor de volver a enviar a sus hijos a la escuela por la posibilidad del contagio? ¿Podrá la pandemia cambiar la realidad de un sistema educativo que ha demostrado haber fracasado en los últimos tiempos en su tarea educativa? Son más los interrogantes que las respuestas, pero siempre es mejor abrirse a la reflexión que quedarse impávido frente a una realidad que buscamos cambiar.

En principio, podemos explorar el pensamiento de algunos autores en cuanto a si la Educación le concierne al Estado o no. Para algunos autores como Durkheim, es importante que exista una educación homogénea principalmente a cargo del Estado y, “por el contrario, hay quienes privilegian el papel de la autoridad paterna y de las iniciativas privadas, pres­tando más atención a la individualidad y su libertad lo más irrestricta posible reconociendo, por tanto, a la libertad como valor preeminente.” (Casali et al, 2007 p.92) Como antecedente tenemos a Locke que, en contraposición a Hobbes, tiene una “concepción pedagógica (…) centrada en favorecer individualidades libres y distintas” (Ibidem). Pero la educación de Locke está pensada para la aristocracia. Para Locke lo mejor es que los padres se ocupen directamente de la educación de sus hijos desde el seno de su hogar, ya que “hábitos de petulancia, de malicia y de violencia  se aprenden en el colegio” (Locke, 2012 p.98)  Para este autor,  la educación también tenía un aspecto utilitario y por lo cual adquirió importancia “un excelente manejo del inglés, que aunque considerada len­gua vulgar respecto del griego y del latín le será de suma utilidad tanto para sus actividades políticas y económicas.” (Casali et al, 2007 p. 97). “Este sentido utilitario que otorga a la educación y al manejo de la propia lengua queda expresamente asentado en la siguien­te afirmación: “El propósito del estudio es el conocimiento y el propósito del conocimiento la práctica o la comunicación.” (Locke, 1986: 363 en Casali et al, 2007 p. 98). También desaconseja la educación enciclopedista y alienta el “aprender a aprender”.  Y es justamente ésta la mayor crítica que muchos padres hacen a la Escuela Tradicional y optan por tomar las riendas de la Educación de sus hijos adhiriendo al “homeschooling”. En la Argentina el “homeschooling” no está regulado, pero tampoco está prohibido. Los padres que optan por esta alternativa se han decepcionado de la Escuela Tradicional y buscan que sus hijos “aprendan a aprender” y puedan alcanzar a desplegar todas sus capacidades potenciales. Para Humboldt esto era esencial, ya que cada individuo tiene una originalidad distintiva “que debe desarrollar plenamente en libertad y sin sujeciones que subordinen dicho cometido a una educación pública a cargo del Estado, orientada principalmente a favorecer una homogeneidad cívica.” (Casali et al, 2007 p. 99).

Según este autor, el individuo se forma menos si se lo educa en un contexto de uniformidad y por ello no es partidario de asignar al Estado la responsabilidad de la educación pública. (Humboldt, 1988 p. 14).  Aun así, reconoce que debe haber cierta formación intelectual básica que debe brindarse a todo individuo y no desconoce que habrá oportunidades mejores de educación para quienes pertenezcan a una clase más elevada. De igual manera podemos suponer que quienes hoy pueden optar por hacer “homeschooling” serán aquellos individuos que se encuentren en una posición acomodada.

También Mill, quien encuentra la riqueza en la Educación en la diversidad de opiniones y en la individualidad del carácter y por ello está en contra de que el Estado intervenga en la Educación haciendo que todos sean exactamente iguales “Una educación general del Estado es una mera invención para moldear al pueblo haciendo a todos exactamente iguales; y como el molde en el cual se les funde es el que satisface al poder dominante en el Gobierno,(…) establece un despotismo sobre el espíritu, que por su propia naturaleza tiende a extenderse al cuerpo. (Mill, 1981 p. 194). ¿Quién debe prevalecer cuando los padres y el Estado no coinciden sobre el contenido, los métodos o las metas de la educación? Cuando surge un conflicto de intereses, y los padres no están de acuerdo con los contenidos que el Estado pretende enseñar, ¿tienen el derecho de sacar a sus hijos de la escuela? Como se expuso anteriormente existe una brecha legal que permitiría esta opción. Según Mill, el Estado solo deberá ocuparse de la educación, mediante subsidios, para quienes por irresponsabilidad de sus padres estén –valga el sentido originario del término privo– carentes de ella. (Casali et al, 2007 p. 106)

Habiendo expuesto diferentes autores que tienen de alguna forma puntos en común con respecto a la no intervención del Estado en lo que respecta a la Educación, es interesante hacerse la pregunta sobre aquella “tensión irresuelta” que refiere a ¿cómo formar individuos libres, reflexivos, críticos, creativos y también, necesariamente, ciudadanos adaptados y sujetos a determinados legados culturales y normativos que favorezcan una determinada identidad cívica nacional? (Casali et al, 2007 p.72).  Aún hoy no tenemos respuesta a este interrogante.  ¿Podrá la alternativa del “homeschooling” lograr ese cometido? Por otro lado, una constante del “homeschooling es el efecto del nivel educativo de las familias en el aprendizaje de los menores. La exigencia de conocimientos y competencia pedagógica del “homeschooling” supone todo un reto para las familias y el nivel de estudios de los progenitores incide en el aprendizaje de los menores escolarizados en el hogar.  De aquí que surge la pregunta acerca de si existe la posibilidad para cualquier familia sin importar su nivel social o económico, de practicar la educación en casa.  Si bien debido al confinamiento social todos los estudiantes se encuentran de alguna manera practicando un pseudo “homeschooling” es muy evidente que la experiencia no es igual para todos. Los hogares más humildes no pueden acceder a gran parte del contenido debido a la falta de recursos como Internet, dispositivos móviles y computadoras. Por lo cual fue una buena idea transmitirlos también a través de la TV pública o distribuir material bibliográfico para aquellos que no disponían de los medios para acceder por Internet. De allí que todavía podamos pensar, que no es tan mala idea de que el Estado se ocupe de que la Educación llegue a todos lados, especialmente si como lo expresa Condorcet buscamos el progreso de los ciudadanos “para que los progresos siempre crecientes del conocimiento abran una fuen­te inagotable de auxilios para nuestras necesidades, de remedios para nuestros males, dé medios para la dicha individual y la prosperidad común.” (Condorcet, 1997 p. 251)

 

BIBLIOGRAFÍA 

Casali, C. et al (2012) Filosofía de la Educación - 1a ed. - Bernal: Universidad Virtual de Quilmes.

CONDORCET, J. M. (1997), Bosquejo de un cuadro histórico de los progresos del espíritu humano y otros textos, México, FCE, “Informe sobre la organización general de la Instrucción Pública”, pp. 251-306.

GENEYRO, J. C. (2007), “Educación y ciudadanía: vicisitudes de algunos legados de la Modernidad”, en: J. RUBIO CARRACEDO, A. M. SALMERÓN Y M. TOSCANO MÉNDEZ (eds.), Ética, ciudadanía y democracia, Contrastes, Colección Monografía, Anuario N° 12, Málaga, pp. 247-266.

GENEYRO, J. C. (2003), “La tensión irresuelta de la modernidad. Entre la individualidad y la ciudadanía”, Bs. As., Litorales (Revista electrónica del Instituto de Geografía de la FFyL de la UBA), Año 2, N°3.

LOCKE, J. (1986), Pensamientos sobre la educación, Madrid, Akal, §§70-71; §§95-99.

MILL, J. S., (1981), Sobre la libertad, Madrid, Alianza, Cap. 5: “Aplicaciones”, pp. 179-206.

TRUJILLO, F. (2020) Claves para un ‘homeschooling’ sostenible para un confinamiento prolongado. El Diario de la Educación. Extraído de:

https://eldiariodelaeducacion.com/2020/03/24/los-estudiantes-se-quedan-en-casa-claves-para-un-homeschooling-sostenible-para-un-confinamiento-prolongado/  11/06/2020

Von HUMBOLDT, W., (1988), Los límites de la acción del Estado, Madrid, Tecnos, Cap. VI: “Sobre la educación pública”, pp. 59-67

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