Recurrentemente, los datos sobre la pobreza en la Argentina golpean nuestra sensibilidad ante el sufrimiento de tantos conciudadanos.

Observamos con estupor y dolor cómo continuamos descendiendo escalones hacia un deterioro que no encuentra límites. Es desgarrador lo que acontece con los niños hasta 14 años en términos de padecimientos: 52,6%. Es imposible no sentir escalofríos ante evidencias tan rotundas y dañinas. El diagnóstico está, el infortunio no es nuevo y la reparación sigue ausente. Es uno de los tantos signos de la deuda de la política con la sociedad. Ahora bien, qué hacer para acometer el desafío de una Argentina menos desigual. Hay que activar mucho más intensamente la solidaridad activa de la ciudadanía. Está visto que depender de los políticos de turno, no importa el color partidario del que se trate, no solo no alcanza sino que es contraproducente. Organizaciones de la sociedad civil, credos, sindicatos, empresas, movimientos sociales, representantes de la salud, la cultura y universidades, entre otros actores, estamos convocados a articular una cadena virtuosa orientada a ofrecer soluciones de fondo. Será una tarea ardua y de enorme complejidad, además de extensa en el tiempo. Pero hay que hacerlo y combinar adecuadamente componentes variados: alimentación, nutrición, educación, trabajo digno, salud y recreación. Habrá que exponer grandeza y alejar el flagelo del protagonismo estéril y los egoísmos paralizantes. La YMCA/Asociación Cristiana de Jóvenes compromete, con humildad y firmeza, su participación en una gesta de esta naturaleza, tratando de aportar lo propio y aprender  de las contribuciones de los otros para alcanzar una adecuada complementación. Que no nos gane el desánimo sino que emerja con vigor la esperanza.    

Octubre 1°, 2019