La improvisación es un vicio difícil de erradicar en nuestro país. Sus efectos devastadores están a la vista...

Otro problema, que va de la mano de la improvisación, es el voluntarismo, siempre estéril, y la pomposidad de las promesas que generalmente se diluyen al no sustentarse luego en acciones que las conduzcan hacia la concreción.  Adicionalmente, el apego a la prestidigitación es una adicción que se funda en la trivialidad.

Los problemas, por cierto agudos y que se sobrellevan a un costo muy elevado, no se solucionan apelando a la magia. Se los enfrenta con políticas que deben responder a debates profundos y luego a objetivos, estrategias y planes que, inexorablemente, requerirán tiempo, perseverancia, disciplina para sostenerlos y capacidad de gestión. Aquí otra confusión que nos atrapa: confundir el hacer con el gestionar. El hacer, sin los requisitos aquí expuestos es contraproducente y frecuentemente antieconómico.

Concentrémonos en la educación, tema de enorme trascendencia y que condiciona el presente y el futuro del país. En rigor, en la Argentina podríamos dudar acerca de la existencia de un sistema nacional de educación. Observamos, si no queremos falsear la realidad, circuitos educativos diferenciados. Casi todos los niños acceden al mismo. Ahora bien, para unos, los más pobres una escuela con oferta precaria y que no asegura igualdad de oportunidades; para otros, los más pudientes, una educación de mejor calidad y enjundia que habilita para su futuro desarrollo personal y profesional.   Algo así como, descripto con la crudeza de la realidad que no admite ser escondida, educación rica para algunos y pobre para la mayoría. Es decir, con este esquema no se rompe el circulo perverso de la pobreza; por el contrario, se la consolida.

La educación es un bien universal y como tal no es suficiente garantizar el acceso a él. Es vital salvaguardar que quienes accedan lo hagan en condiciones de equidad. Por otra parte, es igualmente importante no confundir escolarización con educación, y menos con educación de calidad. También, los propios funcionarios, tanto a nivel nacional como en los ámbitos provinciales y municipales, deberían evitar el continuo error de hablar, no sin torpeza intelectual, de "educación pública" y "educación privada". En la Argentina, la educación es pública y puede ser de gestión oficial o privada pero en el marco de los lineamientos que fija la política estatal en la materia.

Estamos ante la excelente oportunidad de convocar, con seriedad, apertura, pluralismo y rigor conceptual, a un foro -sin actores ausentes- que se sumerja en la profundidad de este tema para que puedan emerger lineamientos de consenso para una política educativa inclusiva, moderna  y ambiciosa. Es como ir perfilando el país del futuro, en tanto esta política se articule con otras bajo un enfoque sistémico.

Norberto Rodríguez

Secretario General

de la Asociación Cristiana de Jóvenes/YMCA