Expresión del secretario general de la institución publicada en la sección Tribuna de la edición del 19/dic/2016 del diario Clarín.

 

PARA LEERLA EN EL DIARIO

Estos tiempos en los que el año va quedando rezagado se transforman en oportunidades en las que los rasgos de nuestra humanidad parecen manifestarse con más intensidad. Los valores anidados en el olvido durante el resto del calendario emergen con destellos que renuevan la ilusión.

En el mundo -y la Argentina no es la excepción- cunde la desafortunada cultura de la indiferencia. El egoísmo explícito se expone de manera brutal. Naufragan miles de millones de personas a quienes el infierno se les ha hecho presente en esta tierra.

La enorme polarización de la riqueza muestra descaradamente que un puñado de ricos es cada vez más rico y la oleada de pobres se convierte casi exponencialmente en más pobre. Demasiados seres humanos circulan por las banquinas de la vida y a los tropezones. Lo más doloroso es que los más afectados son los niños.

Cabría meditar profundamente sobre lo que sucede y, en consonancia, tratar de no distraer tiempo ni energías en banalidades y encarar seriamente acciones orientadas a mitigar en el corto plazo y resolver, seguramente en el largo plazo, las desigualdades y la exclusión a las que asistimos con la impavidez de la mezquindad.

Deambulamos por un universo que se caracteriza por lo impredecible. Lo que hasta la víspera suponía una conclusión irrefutable, hoy tambalea y la discusión sobre dónde estamos y hacia adónde vamos vuelve a comenzar.

No caben dudas que esto de habitar sobre un volcán en cualquier momento a punto de erupción genera trastornos de todo tipo, incluso desde lo emocional. Nuestra psiquis es constantemente irradiada por la incertidumbre.

Escasean los liderazgos políticos fuertes en todas las comarcas. Veamos quiénes están accediendo al poder o aquellos con posibilidades de lograrlo en países con supuestas democracias consolidadas. Aflora nítida la insolvencia para entender un contexto de creciente complejidad. Las guerras mundiales en cuentagotas, parafraseando al Papa Francisco, cubren la geografía planetaria y merodea la amenaza de nuevos conflictos.

En el ámbito nacional, el debate de ideas es frecuentemente irrelevante. Es consecuencia de una clase dirigente anclada en la endogamia y en épicas inconducentes. Los desafíos y las urgencias nos enfrentan, inexorablemente, con el futuro. Hacia ese horizonte debemos encaminar sin demoras nuestras utopías.

La esperanza es un incentivo extraordinario y un motor indispensable para el cambio. Ahora bien, la esperanza es activa. Se construye con esfuerzo, compromiso, humildad y grandeza. ¿No hay nada que podamos hacer? Por supuesto que sí, y mucho. En la ciudadanía hay un enorme potencial que puede ser positivamente liberado. ¿Y si lo intentamos? ¡Animémonos!


Norberto Rodríguez
Secretario General